Atención y concentración no son procesos independientes, sino que pueden considerarse etapas de un mismo proceso.
La atención se define como la capacidad de seleccionar la información recibida a través de los sentidos y que nos permite dirigir y controlar los procesos mentales, mientras la concentración es la capacidad de mantener la atención enfocada sobre un objeto o sobre la tarea que se esté realizando.
Para ser eficaces en el desarrollo de las tareas cotidianas, es fundamental mantener tu atención en un nivel óptimo. Para ello puedes considerar los siguientes consejos de los expertos:
Haz ejercicio físico.
Descansa adecuadamente.
Aliméntate saludablemente.
Socializa y dedica tiempo al ocio.
Realiza Entrenamiento Cognitivo.
En la atención reside la clave de la concentración. Debes gestionar tu entorno, dedicarte a realizar una sola tarea cada vez, priorizar las responsabilidades que debas completar cada día y no distraerte con otras cosas que sucedan a tu alrededor. Cada tarea que debes completar requiere de diferentes niveles de concentración. Tenemos ejemplos de ello en personas que se dedican a la música, la matemática, la literatura, así como a las actividades académicas, el deporte, conducir automóviles, etc.
Cuando pones tu atención en los detalles y logras concentrarte, tu capacidad de aprendizaje aumenta, junto con tu habilidad de expresarte y transmitir tus ideas.
Para ello:
Planifica, no sólo la tarea sino también los aspectos ambientales, emocionales o físicos que pueden influir en tu atención y tu concentración.
Evalúa constantemente la forma en que estás desarrollando la tarea y tu nivel de atención y concentración (y la forma en la que determinan tu eficacia).
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