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Abbona, con dos B largas

Nuestro apellido es una cadena de letras que nos une a un linaje y a una historia, y puede evocar en nosotros un abanico de emociones, a veces contradictorias y profundamente personales.


El orgullo por nuestro apellido está ligado a los logros de nuestros mayores.
El orgullo por nuestro apellido está ligado a los logros de nuestros mayores.

Sentirnos orgullosos de nuestro apellido puede ser una fuente de autoestima y satisfacción. Este sentimiento puede estar ligado a la historia familiar, a logros de nuestros mayores, o simplemente al significado cultural del apellido. El nombre familiar nos conecta con nuestro grupo de origen, tanto en el presente como en el pasado. Nos da un sentido de pertenencia a un conjunto de personas, a una historia compartida y a una identidad colectiva.

El apellido representa un anclaje a un lugar, a una cultura, a unas tradiciones. Nos recuerda de dónde venimos y quiénes somos, fortaleciendo nuestro sentido de identidad y nuestras raíces.

El apellido representa un anclaje a un lugar, a una cultura, a unas tradiciones. Nos recuerda de dónde venimos y quiénes somos, fortaleciendo nuestro sentido de identidad y nuestras raíces.

Si hablamos de identidad, nuestro apellido conforma una parte fundamental. Nos distingue de los demás y nos da un sentido de individualidad dentro de nuestra familia. Es, al mismo tiempo, un legado que recibimos de nuestros antepasados y que transmitiremos a las generaciones futuras. Nos recuerda que somos parte de una historia continua, y que tenemos la responsabilidad de honrar esa historia.

Cada apellido es único y especial. El nuestro nos hace diferentes y nos da un toque de singularidad.

Emociones contradictorias

Algunas personas, lamentablemente, pueden sentir emociones contradictorias hacia su apellido. Pueden amarlo y odiarlo al mismo tiempo, especialmente si ha sido fuente de experiencias positivas y negativas. Estas personas o familias pueden sentirse orgullosas de su apellido en ciertos momentos y avergonzados en otros, dependiendo del contexto social o de experiencias personales.

En ocasiones se puede aceptar el apellido y sentir comodidad con él, o se puede simplemente rechazarlo y desear cambiarlo, especialmente si ha sido asociado a experiencias negativas o si no nos sentimos identificados con él.

En todo caso, cada persona tiene su propia historia y sus propias experiencias, lo que influye en cómo se siente con respecto a su apellido, pero a medida que evolucionamos y cambiamos como personas, nuestras emociones hacia nuestro apellido también pueden transformarse. No hay posturas ni emociones correctas o incorrectas, lo importante es reconocerlas, aceptarlas y comprender por qué las sentimos.

En definitiva, nuestro apellido es mucho más que una simple etiqueta. Es una parte fundamental de nuestra identidad, un vínculo con nuestra historia y una fuente de emociones diversas y profundas.

Abbona, con dos B largas

Cuando alguien pronuncia o escribe mal nuestro apellido, se pueden experimentar una variedad de sentimientos personales, que a menudo se entrelazan y varían en intensidad según la persona y el contexto:

  • Molestia y frustración. Es una reacción natural sentir molestia o frustración cuando nuestro apellido, que forma parte fundamental de nuestra identidad, es incorrectamente pronunciado o escrito. Esta molestia puede surgir de la sensación de que no se nos presta la suficiente atención o que no se valora nuestra individualidad.

  • Incomodidad o vergüenza: Especialmente si el error ocurre en situaciones formales o públicas, como presentaciones, entrevistas o eventos sociales, podemos sentirnos incómodos o avergonzados. La sensación de ser el centro de atención por un error, aunque sea menor, puede generar ansiedad y hacer que nos sintamos expuestos.

  • Decepción: Si el error proviene de alguien cercano o de una institución que consideramos importante, como un profesor, un empleador o un amigo, podemos sentirnos decepcionados. Esta decepción puede estar relacionada con la expectativa de que estas personas o entidades deberían conocer y respetar nuestro nombre.

  • Indiferencia o resignación: En algunos casos, especialmente si los errores son frecuentes o si ya nos hemos acostumbrado a ellos, podemos sentirnos indiferentes o resignados. Esta actitud puede ser una forma de protegernos emocionalmente ante la frustración y evitar sentirnos constantemente molestos.

  • Humor: Algunas personas optan por tomarse la situación con humor y hacer bromas al respecto. Esta puede ser una forma de aliviar la tensión y evitar que la situación se vuelva incómoda o desagradable.

  • Sentimientos de desarraigo o desconexión: En casos más profundos, especialmente si el apellido tiene un significado cultural o familiar importante, un error repetido puede generar sentimientos de desarraigo o desconexión. La sensación de que nuestra identidad no es reconocida o valorada puede afectar nuestra autoestima y nuestro sentido de pertenencia.

Cada persona es diferente y la forma en que reaccionamos ante un error en nuestro apellido puede variar mucho. Algunas personas pueden ser más sensibles que otras, y la intensidad de los sentimientos puede depender del contexto, la relación con la persona que comete el error y la historia personal de cada uno.


Nuestro apellido es una cadena de letras que nos une a un linaje y a una historia.
Nuestro apellido es una cadena de letras que nos une a un linaje y a una historia.

En cualquier caso, es fundamental comunicar de manera clara y respetuosa cómo se pronuncia o escribe correctamente nuestro apellido. La mayoría de las veces, los errores no son intencionales y pueden corregirse fácilmente si se señalan de forma amigable. Recordemos que -en la mayoría de los casos- los errores en los apellidos no son intencionales y se deben a desconocimiento o falta de atención. Sin embargo, esto no significa que no podamos sentirnos molestos o frustrados cuando ocurren.

Si alguien pronuncia o escribe mal tu apellido, o si es motivo de rimas incómodas o chanzas más o menos vulgares, lo recomendable es corregirlo de manera amable y educada.

Me gustaría saber cómo te sientes con respecto a este tema. Si tienes una opinión formada o si tus ideas se han ido transformando con el paso del tiempo. ¡Espero tus comentarios!

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