Pero -inexplicablemente- no puedes recordarlo.
Estás, por ejemplo, relatando una anécdota y el sonido del timbre te hace perder el hilo. De un modo que todos reconocemos como frustrante, las palabras que van enhebrando tu discurso de pronto se desconectan y ya no puedes hilvanar tus pensamientos.
Los expertos nos dicen que existen ciertos episodios que puedes considerar normales:
¿Con cuáles te identificas?
1.- Transitoriedad. Puedes olvidar algunos hechos o alguna información a medida que pasa el tiempo. Es un proceso que te permite gestionar lo importante y descartar aquello que no lo es.
2.- Distracción. Es lo que te sucede cuando no le prestas atención a lo que estás haciendo (por ejemplo, aquellas cosas que haces automáticamente).
3.- Bloquear. Un típico ejemplo sería dirigirte a tu hijo menor y decirle el nombre de tu hijo mayor. En este caso recuerdas muy bien la información, pero se confunde con otra información de igual importancia.
4.- Atribución equivocada. En este caso tu olvido o tu confusión distorsionan algún aspecto o detalle de un recuerdo (por ejemplo, una fecha o lugar).
5.- Sugestión. En ocasiones tu memoria puede verse influenciada con información que otros te aporten, en lugar de apegarse a datos de tu propia percepción.
6.- Prejuicio. Tu percepción está filtrada por tus experiencias, creencias, etc., por lo tanto, tus recuerdos también lo están.
7.- Persistencia. Puede ser que te preocupen tus olvidos, pero también puede molestarte la persistencia de algún recuerdo traumático o doloroso que tiñe un período de tu vida y te impide rescatar lo positivo o luminoso que ese momento pudo haber contenido.
Recuerda que si deseas mejorar el nivel de tus funciones cognitivas básicas (percepción, atención y memoria) debes realizar actividad física, ejercitar tu cerebro, mantenerte socialmente activo, descansar adecuadamente y llevar una dieta saludable.
Un abrazo,
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