Para poder creer que tus sentimientos, ideas y opiniones son relevantes y válidas, debes confiar en ti misma, en ti mismo. En esa misma confianza se origina tu capacidad de expresarte sin miedo al juicio de los demás, de aceptar críticas, rechazos y contrariedades.
Confiar en ti misma, en ti mismo, te da la posibilidad de afrontar las circunstancias de tu vida con menos miedo (o con más determinación, a pesar del miedo). Las experiencias vividas sirven luego de apoyo en los momentos más difíciles.
Tu autoconfianza se basa en la imagen que has construido de ti misma, de ti mismo, a lo largo de los años. Una imagen enriquecida por las circunstancias transitadas y la interacción con las personas con las que te has vinculado.
Sabemos que la confianza es la base de la autovaloración pero… ¿qué tiene que ver el cumplimiento de tus deseos con tu confianza?
Cuando te reconoces capaz de responder por completo a una emoción negativa de queja o contrariedad, cuando cumples un deseo propio, adquieres seguridad y confianza. Sientes el sosiego que proviene de la ausencia de estrés y de ansiedad. Lo primero, sin embargo, es poder reconocer tus necesidades y deseos. Dedícate tiempo y escúchate. Preserva un espacio donde no te sientas invadida o invadido (física o emocionalmente). Siempre puedes decidir.
Es importante también que te rodees de personas que promuevan tu optimismo, que sean referentes para ti, que compartan tus valores y con quienes construyas vínculos positivos.