El miedo es parte de tu vida y de tu experiencia humana. Se trata de una emoción desagradable provocada por la percepción de un peligro (real o supuesto) pasado, presente o futuro.
A veces tus miedos se originan en la incertidumbre o la falta de herramientas para comprender lo que sucede a tu alrededor. Esa falta de comprensión se traduce, entonces, en la sensación de no tener el control de tu vida. ¿Qué puedes hacer al respecto?
Reconoce y acepta que no es posible saber o controlar todo.
Comprende el origen de tu miedo y aprovecha el aprendizaje que esto te ofrece.
El miedo puede paralizarte y alejarte de tus metas y propósitos, identifícalo y no dejes de avanzar hacia tus logros.
Analiza tus miedos y pregúntate si son reales, y si pertenecen al momento presente.
Cuando te veas en estas circunstancias, enfócate en los recursos que pueden neutralizar la ansiedad. Pon tu atención en tu coraje, tu sensatez y tus buenas intenciones.
No dejes que el miedo te agobie, descubre su verdadera naturaleza y permite que sea más bien una guía para profundizar en tu auto conocimiento. Que tu respuesta a tus temores, la forma en la que te manifiestas con respecto a ellos sea una expresión de tus emociones más luminosas.
Cuando reconoces y canalizas tus miedos, experimentas emociones tales como la alegría, la gratitud, la serenidad y la esperanza. Y de ese modo construyes un ciclo transformador, porque si eres una persona alegre, agradecida, serena y esperanzada, serás capaz de manejar tus miedos con más eficacia.
Este es un tema de frecuente consulta en Talleres y en encuentros individuales, y las reflexiones de las y los participantes podrían resumirse de forma muy escueta de esta manera:
Toma conciencia. Negar tus miedos te paraliza.
Analiza tus miedos. Aprovéchalos en tu favor para conocerte cada vez más profundamente.
Pon el foco en tus fortalezas.
Que la gestión de tus miedos produzca emociones positivas.
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